¿Morirse será como nacer?

Cuando estaba en el vientre de mi madre, pensar en cambiar de aires, ¡me daba un pánico…! Me asustaba la idea de nacer. Me encontraba tan a gusto ahí, flotando, calentita,…

Bueno, pues yo creo que morirse va a ser como nacer. Va a resultar que igual es algo genial y lo que pasa es que nos da miedo porque no sabemos cómo es.

Hay miles de formas de ver la muerte y lo que nos espera a continuación, desde el clásico binomio cielo-infierno hasta el típico “más allá no hay nada de nada”. Sea como sea, lo que me pregunto es por qué a algunos nos asusta tanto, por qué damos por hecho que es algo malo. Igual es una auténtica pasada y los que nos quedamos somos unos pringaos.

Si seguimos aquel principio de nada se crea ni se destruye, la muerte sería una mera trasformación. Por ejemplo,… quizás morirse sea tan solo cambiar de estado: de sólido a gaseoso. Y si fuese así, yo no le veo más que ventajas, la verdad: se acaba el rollo de tener que andar cargando con el cuerpo a todas partes,… es el fin de las dietas, de las cremas antiarrugas, el adiós definitivo a las lentillas,… ¿Os acordáis de aquella canción de Mecano de alguien que soñaba que era aire? ¿Y si morirse fuese algo parecido? No sería tan malo, ¿no?

cielo_túnel Como en el mito de la caverna de Platón, no tenemos ni idea de lo que hay “fuera”. Lo que pasa es que lo desconocido siempre asusta y la incertidumbre siempre le pone a uno algo nervioso. Es más, en el mito de la caverna, por lo menos, veían sombras, pero con respecto a morirnos, ni siquiera nos podemos hacer una ligerísima idea. Bueno, en realidad, hay quien habiendo estado muy próximo a la muerte, cuenta algo de un túnel con una luz muy fuerte al fondo. Y a mí eso también me recuerda a cuando nací: el túnel, la luz,… Espero que cuando me muera, San Pedro no me dé un cachete para que llore como el que me dio el Dr. Pintado hace cuarenta años, sino un abrazo de bienvenida para que sonría y suspire aliviada porque, al final, yo tenía razón y morirse era algo genial.

Mientras llega y no llega ese momento, seguiré por aquí dando la lata con mi blog, empezando una dieta cada lunes para abandonarla el martes, llenándome da arrugas para no gastar en cremas y poniéndome las lentillas cada mañana, ¡ah!, no, espera, pero si no uso lentillas, eso me lo había inventado por poner un ejemplo baladí de algo que debe de ser bastante engorroso… Bueno, es igual, el caso es que ahora toca disfrutar de la vida, disfrutarla al máximo, porque por más que lo que venga después pueda ser estupendo, de momento, sigo prefiriendo quedarme por aquí 😉

Amara Castro Cid

Disfrutando de los que están

Para estas Navidades, como casi todo el mundo, tenía dos opciones:

  1. pasármelas llorando por los que no están o
  2. disfrutar de los que están.

Reconozco que me costó mucho escoger la segunda opción porque cuando hay ausencias, no es fácil elegir ser feliz sin sentirte culpable. Cuando añoramos a alguien muy querido cuyo vacío es imposible de llenar, cuando el dolor es de esos que desgarran el alma…, oye, parece mentira, pero resulta que si en algún momento nos permitimos ser felices, enseguida se asoma algo así como la culpa para fastidiarnos. Tiene bemoles, sin embargo, por lo visto, es una reacción muy normal y muy humana.

¡Pues no, me niego! Este año he mandado a la culpa a freír viento y me he reivindicado a mí misma mi derecho a ser feliz sin tener a la aguafiestas esa de la culpa rondando por ahí. Ya tenemos bastantes problemas el resto de los meses como para dejar que nos amarguen también las Navidades, ¿no os parece?

Cuando seamos muy viejitos y miremos hacia atrás, recordaremos los momentos que pasamos acompañados de la gente a la que quisimos, no aquellos en los que estábamos solos. En estas fechas tan especiales, quiero llenarme de risas, de emociones y de sensaciones compartidas. Después, cuando esté en una residencia rodeada de octogenarios como yo, me dedicaré a darles la tabarra contándoles, entre otras cosas, lo mucho que disfruté aquellas Navidades del 2015.

Así que, para estas fiestas, siguiendo la recomendación de una buena amiga (¡gracias Loles!), me he hecho el firme propósito de disfrutar de los que están. Cada minuto que pase a su lado, no me lo quita nadie. Y para que quede constancia y otros se animen a hacer lo mismo, aquí os dejo como ejemplo una foto de este fin de semana.

amigas_navidad

Aprovecho también para desear a todos mis queridos lectores un año buenas_amigasnuevo con mucha paz y buena compañía. Y a ti, Loles, mi más sincero agradecimiento por contagiarme tu visión siempre positiva de la vida y tu optimismo. Cuando los Reyes te pregunten si has sido buena, que no se te olvide recordarles que cada día eres un ejemplo para mucha gente como yo.

Amara Castro Cid

 

Lo que NO me está pasando

fePor más adultos que seamos, no siempre sabemos qué es mejor o peor para nosotros o para los nuestros. Cuidado con lo que deseas, dicen algunos, y creo que no les falta algo de razón. Es más, últimamente ando bastante obsesionada con esa idea de dejar que los acontecimientos sigan su curso, sin forzarlos demasiado.

Hoy os recomiendo que escuchéis una canción del grupo Revelação que dice “Deixa acontecer naturalmente, deixa que o amor encontre a gente” (Deja acontecer naturalmente, deja que el amor nos encuentre). Al escucharla, me invade una especie de respeto hacia el libre albedrío de lo que tiene que pasar, porque mientras pasa eso, dejan de pasar otras cosas. Si se me pincha la rueda del coche, por ejemplo, no me pongo como una furia pensando que no llegaré a tiempo a aquella entrevista de trabajo que tanto estaba esperando. Quizás el pinchazo me esté librando del jefe más tirano de todos los tiempos, ¿quién sabe?, ¿yo lo sé?, ¿tú lo sabes? Puede que el pinchazo haya sido precisamente cosa de alguien que me está cuidando desde “allá arriba”, ¿quién sabe?, ¿yo lo sé?, ¿tú lo sabes?

Como bien decía el amigo Sócrates, solo sé que no sé nada. Y como es verdad que no tengo ni la más remota idea de todo lo que no me está pasando mientras me pasa algo, he decidido que nunca más voy a ser tan tonta como para enfadarme por un pinchazo, es más, quizás a partir de ahora piense “Bendito pinchazo” mientras elevo la mirada y doy gracias, que esa es otra de las cosas que no hay que olvidar: es de bien nacidos ser agradecidos. Y ya que estamos, te agradezco a ti, querido lector, que me hayas escuchado. ¿Agradecerás tú que mientras leías este texto no se te haya pinchado la rueda del coche?

Amara Castro Cid

Algunas cosas que no tienen precio

imaginarIr a un concierto de un grupo sabiéndote todas las canciones.

Pasear por la playa en invierno y, si eres capaz, descalzarte.

Imaginar.

Disfrutar de un parque como un niño.

Encontrar cosas inesperadas en el camino.

Beber agua de una fuente.

Dormir genial.

Tomar un chupachups Fiesta.

Reírte hasta que te duela la tripa.

Ir al médico y que te diga que está todo bien.

Un buen libro, la toalla, y… ¡a la playa!

Desayunar como un marqués.

Cruzar fronteras.

Tomarse una cervecita en buena compañía.

Una siesta de agosto a la sombra de un árbol.

Despertarse con un beso.

Terminar de preparar una maleta y conseguir que cierre.

El primer día de sol después de muchos lloviendo.

Que te cuiden cuando estás enfermo.

Imaginar más.

La fiesta que te hace tu perro cuando llegas a casa.

Cosechar frutos del trabajo.

El olor del café por la mañana.

Leer en el tren.

Cualquier logro de tus hijos, por pequeño que sea.

Estar recién duchado.

Que hoy pongan tu serie favorita.

Escuchar “Hoy puede ser un gran día” y creértelo.

Ver la ría de Vigo desde el Monte Alba.

Coger a un bebé en brazos y que te regale una sonrisa.

Seguir imaginando.

Dejarte flotar a la deriva “haciendo el muerto” en la piscina.

Recibir noticias de alguien que está lejos.

Poner un punto final a un trabajo.

Haberte hecho sonreír.

 

Amara Castro Cid